¿Por qué metiendo estas bolas en tu lavadora puedes reducir la contaminación de los océanos?
Cada vez es más preocupante el volumen de plásticos en nuestros océanos y, en particular, esas pequeñas partículas de otros materiales sintéticos que se están infiltrando en cada parte de nuestro ecosistema.
¿Cómo podría la tecnología ayudar a resolver este problema?
En octubre de 2009, la instructora de windsurf Rachael Miller ayudó a limpiar una isla en la costa de Maine, al noreste de Estados Unidos.
Hubo una fuerte tormenta y «encontramos la playa cubierta de desechos», cuenta Miller, en su mayoría provenientes de equipos plásticos de pesca.
Su marido estaba indignado. «Los desechos marinos son una de las pocas cosas que realmente me hacen enojar», dice él.
Así fue como Miller, quien había estudiado arqueología marina, decidió dedicarse a evitar que los plásticos lleguen al océano.
En abril, la instructora comenzó a vender un dispositivo especial para capturar esos diminutos trozos de material sintético llamados microfibras, que se desprenden de nuestra ropa durante el lavado.
La bolsa Guppyfriend
Muchas de estas fibras, que pueden ser tan pequeñas como tres micrones -una decimotercera parte del ancho de un cabello humano- son demasiado chicas para que las plantas de tratamiento de agua las eliminen.
A pesar de su reducido tamaño, algunos contaminantes orgánicos presentes en los océanos pueden adherirse a ellas, creando una desagradable amalgama.
Según los investigadores, las criaturas marinas se tragan estos microplásticos, que pueden tener una presencia de hasta 100.000 en un metro cúbico de océano.
Más de dos tercios de las especies de peces en los mercados de California contienen microfibras, asegura Chelsea Rochman, profesora de ecología acuática en la Universidad de Toronto.
Otras dos personas que trabajan para mantener las microfibras fuera del agua son Alexander Nolte y su amigo Oliver Spies, ambos surfistas entusiastas de Berlín.
Estos alemanes inventaron una bolsa de lavandería llamada Guppyfriend, que acolcha la ropa de manera que libere menos fibras plásticas y atrapa las que se forman, dice Nolte.
«Si lo que hay en la bolsa son tejidos sintéticos, hay un 86% menos de fibras que se rompen, y las que sí se rompen están en la bolsa», explica.
Al igual que Cora Ball, comenzaron con una campaña de crowdfunding, que terminó en diciembre.
Al principio, pensaron que la bolsa era una «idea bastante divertida» y que podían llevarla al mercado muy rápidamente, dice Nolte. Y agrega: «No estábamos equivocados».
El mayor desafío, dice, era lograr que las aberturas en la bolsa tuvieran el tamaño correcto para dejar entrar suficiente agua, sin dejar que las microfibras se salieran.
«Es bastante fácil hacer una bolsa, pero hacerla de una manera que reduzca el desprendimiento de fibra es algo que requiere una alta tecnología», asegura Nolte.
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